jueves, 27 de mayo de 2010

cap. 8: Buscando El Cambio.

Sí, puede parecer increíble pero Gonzalo se portó conmigo y se abrió a mí, a alguien en quien apenas tenía confianza. Al año siguiente, me enteré de que él y Lydia empezaban a salir, no era ningún secreto ya que todo el mundo hablaba sobre ello y desde entonces les veo comerse en el pasillo, en una esquina, incluso se han colado en los baños para tener sexo. Nunca me gustó, como novio, Gonzalo pero verlos juntos me daba naúseas, tenía pinchazos en el pecho o, simplemente, ganas de llorar. Ellos dos, comiéndose, teniendo sexo... Todo eso me daba repelús y vomitos, muchos vomitos; perdí, gracias a ellos, unos 10 kgs; y no es broma. De pronto se acerca un chico, amigo de Gonzalo, y le susurra algo en el oído, para de comerle la boca a su novia y se gira; me mira sin nigún tipo de reparo, se queda con la boca abierta.
Gonzalo: Nellie...
Nellie: Agg... -pongo cara de asco y me piro. ¿Dónde te has ido, Helena?
Me propongo a mí misma coger y copiarme el estilo de Helena, su corte de pelo, sus vestidos... ¡ME ENCANTAN! Otra cosa que me propongo es no ir ahora a clase, irme de pellas, solo con mi música. Sola, en un jardín cerca de allí. Es verdad, al final cambié mi estilo, empezando por mis ropas. Una de esas dos horas de pellas, estube sola y feliz, escuchando Linkin Park, cantando a Linkin Park. La segunda hora ya no fue tan buena, me llamó mi madre diciéndome que si había faltado a clase y respondí que sí. Como acostumbrada que estaba a que mis padres no me echaran la bronca, que mi madre me regañará me pareció lo mejor que me había pasado en toda la mañana.
Mamá: No quiero que vuelvas a faltar al instituto. Si me vuelven a llamar o mandar un mensajito raro, te la cargas niña. Tienes que estudiar para conseguir dinero para independizarte sino nunca te irás de casa y no quiero aguantarte todo el día en casa. -Y después de todo el sermón, vino alguien muy popular demasiado para mi gusto. Se acercó a mí, le giré la cabeza,
intentó subir mi cabeza con las manos pero no pudo. Entonces, depués de intentar lo inimaginable para que le mirase, se puso a hablar conmigo, espalda con espalda como aquel día en el campo.

cap. 7: Las Mentiras.

Sí, allí estaba Lydia, comiéndole los morros a un chico que era guapo y alto, pero lo que más me llamó la atención de él fue su ropa; llevaba un polo rosa y unos pantalones mazo de horteras; yo ese día llevaba un vestido emo de Helena. Miraba a la "parejita" dándose un morreo, era Lydia con su chico; 3 años mayor que ella. Ahora sabía que los dos años que llevaban juntos eran puras mentiras, él era pagado con sexo y ella con el placer y que, Gonzalo fuera su tapadera ideal. Gonzalo entró dos años antes que yo en el instituto. Y repitió dos veces 1º ESO y 4º ESO, es un inútil flipado; pero me gusta su carita dulce y, es que, por mucho que yo diga, siempre pensaré en esas pellas en 3º ESO. Él y yo íbamos a la misma clase, siempre me había parecido un cretino pero un día, a primera hora, me dijo que me llevaría en su moto a su lugar especial, pensé que él no merecía mi compañía pero, aún así, le acompañé; nunca sabré que es lo que hizo decirme a mí, o por qué fui con él. Solo monté ne la moto antes de que la tutora entrase en clase.

---FLASHBACK---
Gonzalo: Ven conmigo, Nellie.
Nellie: Pero...
Gonzalo: Por favor, necesito tener a alguien que me ayude.
Nellie: De acuerdo. Pero no hagas gilipolleces, ¿eh?
Gonzalo: Tranquila, no lo haré. -me miró con cariño. Pero no llegué ni a ponerme roja, su moto salió escopetada por las puertas del instituto. El tío que debía no dejar salir a nadie sin autorización, no pudo prohibirnos la salida. Cuando me quise dar cuenta, estábamos en una carretera a 120 km/h.
Nellie: ¡Te dije que no hicieras locuras!
Gonzalo: No hago locuras. -entonces cogió una curva a tal velocidad que cerré los ojos. Y no los volví a abrir hasta que la moto paró. Era un hermoso campo de trigo.
Nellie: ¿Qué hacemos aquí?
Gonzalo: Mira, Nellie, este es mi sitio secreto.
Nellie: Pero, ¿para que me has traído aquí?
Gonzalo: Mira, sé que no nos conocemos mucho y sé que para ti soy un capullo pero... -se sentó entre las hierbas, el Sol le daba en la cara y su aspecto dulce duró unos instantes. -Nellie, he perdido a alguien importante y no sé como debo sentirme, porque ella me ha dejado y me siento triste, pero hay alguien en clase que me gusta muchísimo y no paro de pensar en ella. Pero, me siento mal por olvidar tan pronto a mi ex y por otro me siento bien porque tengo muchas posibilidades de acabar con la chica que me gusta. -miró con sus ojos al Sol, esa escena se quedó guardada y archivada en mi cerebro, en mi mente.
Nellie: Y, ¿por qué a mí? Háblalo directamente con ella.
Gonzalo: ¿No debería esperar unos días en plan luto?
Nellie: El amor no entiende de circunstancias, no intentes darle sentido a algo tan metafórico.
Gonzalo: Ya... Gracias. -me sonrío, por unas horas no fue Gonzalo el capullo sino el verdadero Gonzalo. Me senté a su lado, o paseaba de un lado a otro, y lo pasamos así hasta las 11:30. -Vamos, que te llevo a clase.
Nellie: Gracias. -le dediqué una sonrisa sincera y el respondió con un pequeño rubor, al cual no di importancia. Al volver a clase, el director nos buscó y habló con nosotros, al final el hombre se acabó tirando el royo y no nos dió ningún castigo. Al volver al aula, nos convertimos en nuestro papel dentro de la clase, él en capullo y yo en marginada.
Chico 1: Joder, Gonza, ya tienes que estar desesperado; tirarte a la Marginada.
Chico 2: Es que sí. Teniendo a Carmen o a Julia y vas a por la rarita. ¡Qué gilipollas!
Gonzalo: Déjadme en paz, perdedores. Que será una rarita pero está de buena... -me miró, y le aparté la cara de manera brusca. Cuando comenzó Biología, le iré un par de veces, tenía la mirada un poco triste.

---FIN FLASHBACK---

cap. 6: Nueva Antigua Amiga.

Después de preguntarla lo que la pasó el día de su cumpleaños y como reaccionó, no volví a preguntarla sobre los moratones de su brazo, ni los cardenales de la espalda; debería haberlo hecho pero me contuve para que no se enfadase conmigo. La verdad... tenía miedo de perderla si le volvía a preguntar. Entonces Samanta la preguntó:

Samy: ¿Cómo te has hecho esto, Helena?
Helena: Nada. La verdad es que no me di cuenta o no recuerdo cuando me lo hice. -Samy y Helena se llevaban... A veces bien, otras discutían; Samy fue al colegio conmigo pero nunca nos llevamos bien. Era una de las pocas personas con las que se podía hablar, más que amiga, la llamaría compañera. Era una mestiza de madre sudafricana y padre francés, menuda combinación; ella era explosiva, todos los chicos la miraban, y muchos comentaban cosas; unos osaban decir que se la habían llegado a llevar a la cama pero ella era inteligente y no se dejaba llevar por los rumores, es más, su humor era del tipo negro, de ese que nunca sabes cual va a ser su contestación. Samanta, como he dicho, nunca me cayó muy bien. Pero, al final, entró en nuestro grupo. Ella decía que estaba con nosotras porque éramos inteligentes, algo que faltaba en nuestro instituto, yo siempre he pensado que lo que pasaba era que nadie la aceptaba como era. Por la tarde le pregunté a mi madre más sobre Samanta, ella me contestó:
Mamá: Samy era tu mejor amiga en la guardería, recuerdo que con 3 años te pasabas el día tocándola el pelo. Una vez te pregunté y dijistes que es que su pelo era diferente al de las demás niñas. A ti te gustaba todo lo diferente. Incluso, una vez, llegaste a cortarle a una niña el pelo porque tenía el mismo peinado, tu profesora estaba histérica.
Nellie: ¿Por qué nos separamos?
Mamá: La verdad... Es que te volviste como las demás, te dejabas llevar por los demás. Y cambiasteis de rumbo. -me sorprendió ver que yo había sido una oveja, como todas las demás. A la mañana siguiente, Samy me contó la misma anécdota que mi madre me contó ayer. Su madre es fotógrafa y su padre... Creo que es oficinista. Helena vino y nos saludó con dos besos en la mejilla a cada una. Llevaba puesta el lazo morado que le había comprado, lo había partido en dos y se había hecho dos coletitas monísimas encima de la cabeza. Dios, que asco de primera hora, tenía matemáticas, con ecuaciones de 2º y 3º grado, esperándome en aquella pizarra blanca, la boca indefinida se volvió una sonrisa cuando pronunció mi nombre.
Sra. Agreste: Nellie de las Heras, salga al encerado.
Nellie: Sí, señora.
Sra. Agreste: Soy una señorita. -sí, claro, con sus 50 años es usted una señorita. Divagué un poco por mi memoria por si se me aparecía la fórmula como por arte de magia. Agreste me iba a sentar en mi sitio cuando dije que necesitaba algo de ayuda y pedí a Sam que me ayudara. no me había salvado porque Sam me susurrara las malditas fórmulas sino que todo lo demás lo tuve que hacer sola. Me sentí un poco inútil.
Sra. Agreste: Muy bien, señoritas. Hacen un buen equipo. -se me abrieron los ojos como platos. "La Agreste halabándome, ¡qué fuerte!". Cuando salí al patio, Helena no estaba, me dijo que tenía que ir a ayudar a su padre; Sam se fue a la biblioteca a estudiar creo que sobre inglés. Entonces la vi a ella, comiéndose la boca con un niñato pijito-choni.

cap. 5: Movidas Y Jodiendas.

Nellie: Así que, estabas celosa de Helena porque te gusto.
Lydia: Sí.
Nellie: Y la jodes a ella la vida para recuperarme. -asintió.
De repente, la puerta del baño se abrió, Helena miraba estupefacta a Lydia. No se podía creer que la que nos había metido en un lío y nos había dejado mal, era la verdadera lesbiana.
Helena: Tú... Intentabas quitarme a mi única amiga en años... Juro que no te lo perdonaré.
Nellie: Tranquila Helena. No sirve de nada hablar con ella.
Lydia: No me abandones, Nellie.
Nellie: Yo elijo mi camino. Ni tú puedes cambiar eso. -me dirigí a ella de una forma hosca y, llorando, me fui. ¿Por qué...? Me daba igual era ella la que se había jodido sola. No era lesbiana, nunca la hubiera correspondido.
Helena: Idiota... es una idiota.
Nellie: Siento que haya hecho eso.
Helena: Me da igual, tú estás conmigo.
Nellie: Claro, somos amigas y yo a mis amigas las ayudo y apoyo. -pasaron los meses. Meses llenos de rumores, de crueles burlas, de grotescas caras, pero me daba igual y llegó Diciembre y Helena celebró su cumpleaños. El día 25 de Diciembre, por la mañana, me fui a comprarla un regalo, mis padres me soltaron unos 500€, fui a la calle Fuencarral y, allí, le compré una falda de tul muy a su estilo; unos tintes de colores cantosos y unos lazos. Cuatro días después le llevé los regalos. Ella me abrió la puerta y le dí los regalos. Su padre nos miró, se acercó a ella y le arrebató los regalos. Los abrió y al verlos los tiró al suelo.
Padre: Son muy caros, no puedes aceptarlos.
Nellie: Pero es su cumpleaños y Navidad.
Padre: No me respondas, niñata.
Nellie: Son mis regalos para ella. Si ella los quiere que se los quede. Venga cógelos Helena. Son tuyos.
Padre: No los recojas. Que los coja y se los lleve.
Helena: Pero me gustan un montón, papi.
Padre: No los aceptes. -la miraba como amenazándola. Ella los recogió y me los entregó.
Helena: Lo siento. Hablaré contigo después. -me cerró la puerta en las narices, me fui triste de que su padre fuera así, de que ella no se hubiera enfrentado a él. Quedé con ella a escondidas esa misma tarde. Apareció con un par de moratones, le pregunté y me dijo que se había caído, intenté averiguar más pero ella saltaba con excusas. No pregunté más, ojalá lo hubiera hecho, le di sus regalos y los escondió entre sus ropas, subió a su piso corriendo y no la volví a ver hasta el empiece de las clases. Mis navidades fueron un infierno, no tenía con quien salir ya que Helena no quería salir de casa para nada.
Helena: ¡Hola! -era el primer día de clase y ella llevaba puesto mi regalo de cumple. Me sentí maravillosamente.
Nellie: Buenas...
Profesora: Venga, niños, a sentarse.

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