Nellie: Así que, estabas celosa de Helena porque te gusto.
Lydia: Sí.
Nellie: Y la jodes a ella la vida para recuperarme. -asintió.
De repente, la puerta del baño se abrió, Helena miraba estupefacta a Lydia. No se podía creer que la que nos había metido en un lío y nos había dejado mal, era la verdadera lesbiana.
Helena: Tú... Intentabas quitarme a mi única amiga en años... Juro que no te lo perdonaré.
Nellie: Tranquila Helena. No sirve de nada hablar con ella.
Lydia: No me abandones, Nellie.
Nellie: Yo elijo mi camino. Ni tú puedes cambiar eso. -me dirigí a ella de una forma hosca y, llorando, me fui. ¿Por qué...? Me daba igual era ella la que se había jodido sola. No era lesbiana, nunca la hubiera correspondido.
Helena: Idiota... es una idiota.
Nellie: Siento que haya hecho eso.
Helena: Me da igual, tú estás conmigo.
Nellie: Claro, somos amigas y yo a mis amigas las ayudo y apoyo. -pasaron los meses. Meses llenos de rumores, de crueles burlas, de grotescas caras, pero me daba igual y llegó Diciembre y Helena celebró su cumpleaños. El día 25 de Diciembre, por la mañana, me fui a comprarla un regalo, mis padres me soltaron unos 500€, fui a la calle Fuencarral y, allí, le compré una falda de tul muy a su estilo; unos tintes de colores cantosos y unos lazos. Cuatro días después le llevé los regalos. Ella me abrió la puerta y le dí los regalos. Su padre nos miró, se acercó a ella y le arrebató los regalos. Los abrió y al verlos los tiró al suelo.
Padre: Son muy caros, no puedes aceptarlos.
Nellie: Pero es su cumpleaños y Navidad.
Padre: No me respondas, niñata.
Nellie: Son mis regalos para ella. Si ella los quiere que se los quede. Venga cógelos Helena. Son tuyos.
Padre: No los recojas. Que los coja y se los lleve.
Helena: Pero me gustan un montón, papi.
Padre: No los aceptes. -la miraba como amenazándola. Ella los recogió y me los entregó.
Helena: Lo siento. Hablaré contigo después. -me cerró la puerta en las narices, me fui triste de que su padre fuera así, de que ella no se hubiera enfrentado a él. Quedé con ella a escondidas esa misma tarde. Apareció con un par de moratones, le pregunté y me dijo que se había caído, intenté averiguar más pero ella saltaba con excusas. No pregunté más, ojalá lo hubiera hecho, le di sus regalos y los escondió entre sus ropas, subió a su piso corriendo y no la volví a ver hasta el empiece de las clases. Mis navidades fueron un infierno, no tenía con quien salir ya que Helena no quería salir de casa para nada.
Helena: ¡Hola! -era el primer día de clase y ella llevaba puesto mi regalo de cumple. Me sentí maravillosamente.
Nellie: Buenas...
Profesora: Venga, niños, a sentarse.
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