Esa noche no podía dormir, saber que alguien podría hacer daño a Gonzalo o llevarlo lejos de mí, me daba miedo. Tenía tanto miedo, que cuando me dormí, soñé que Gonzalo estaba con una morena, alta, guapa y con unas curvas de infarto, y verme a mí con mis pintas poco sexys, plana como una tabla me entristeció mucho. Y tenía mucho miedo.
Nadia: Nellie, ¿estás bien?
Nellie: Sí, sí, claro.
Nadia: Necesitas dormir.
Nellie: Pero no puedo cerrar los ojos. Porque solo veo cosas malas, mías y suyas.
Nadia: Hermanita, ya verás como está bien.
Ismael: He podido rastrear la llamada. Es alguien del ejército, no sé molestó en esconderse. Se llama Gala Sánchez de padre divorciado y su madrastra es una mujer de 29 años, recién casada con su padre. Ella es marine. -entonces recordé las palabras de Gonzalo, "mi hermana es marine. Está conmigo en el mismo campamento." Podría ser, su hermana siempre fue muy posesiva con él, eso me ha estado contando Consuelo. De pronto, suena mi móvil, es Gonzalo.
Nellie: ¡Gonzalo!
Gozalo: Hola, mi niña.
Nellie: ¿Dónde estás? -estaba preocupada por lo de su hermana pero su voz me tranquilizó y no quise decirle nada sobre lo de la llamada. Estaba segura de que eso era lo que ella quería para que él me dejase.
Gonzalo: La verdad es que dentro de poco estaré en casa.
Nellie: Okeys. -le colgué. -Isma, porfa, averigua lo que puedas sobre ella. No quiero que mi cuñada me quite a mi chico.
Ismael: ¡¿Cómo?!
Nellie: Sí, Gala es mi cuñada. Si no me crees busca sobre su pasado.
Ismael: Te creo. Pero aún así...
Nellie: Siempre fue muy posesiva con él, me lo dijo Consuelo. Bueno me voy. Quería ver a Gonzalo. Corrí y corrí, llegué a su casa exhausta, justo cuando él abría la puerta del portal.
Gonzalo: ¿Nellie?
Nellie: Hola. -tenía la melena mal colocada, sudaba aunque era todavía invierno y mi respiración entrecortada pero aún así... Le besé. Sentir sus labios contra los míos, sus brazos en mi espalda... Al bajar las manos me encontré con su entrepierna, era normal que viniese así, llevábamos tanto sin hacerlo... En realidad, nunca habíamos dado ese paso. Mi corazón latía a una velocidad desmesurada, esta podría ser mi primera vez. Abrió la puerta el portal y seguimos con nuestras caricias y magreos, bajamos en el tercer piso, allí abrió estrepitosamente la puerta, Consuelo le vió y se echó a llorar.
Gonzalo: He vuelto mamá.
Consuelo: Mi niño, mi niño a vuelto a casa.
