sábado, 26 de junio de 2010

cap. 44: El Adios.

Aún sigo conservando ese dibujo.
El dibujo que nadie podrá arrebatar de mi mente. Gustav, ojalá vieras lo que sufro, ahora que no puedo tenerte... ¿Porqué...?
Recuerdo que después de aquellas tonterías me abrazó y me besó, mi cuerpo ardía, fui abriendo su pantalón... ¡Mierda! Parezco una prostituta. ¿Por qué siento que quiero sexo? Somos una pareja, no todo es sexo... -pensé pero no podía parar, cada caricia que le hacía hacía que su sexo se levantase. Nellie, párate. Pensará que eres de todo menos decente.
Gustav: ¿Seguro que quieres hacerlo? -tenía cara de disgustado.
Nellie: No sé que me pasa...
Gustav: ¿Seguro que me quieres? -esa pregunta me hizo mucho daño pero tenía su razón, sin más le había empezado a picar.
Nellie: Claro que te quiero...
Gustav: Pues deja de hacerme eso, no me mola. -quité mi mano de su entrepierna, le había hecho enfadar. Eres tonta. Él se levantó y se marchó al sillón. Yo también me levanté y me dirigí a la puerta, quería irme, era la peor persona y novia del Universo; tenía miedo. La verdad es que con Gonzalo, era así casi todo el día, nada que ver con las películas o las series, los chicos son tan extraños. Cuando cerré la puerta tras mía, sollocé pero no pensé más, pasé por la habitación de los Kaulitz, fuera estaba Bill, detrás de la puerta se oían a la otra nueva pareja. Joder, como grita la cabrona de Helena. Llamé a su puerta, cortando su íntimo royo.
Nellie: Joder Helena, gime más bajo, te oigo desde la habitación.
Tom: ¡Qué te jodan!
Nellie: ¡¡A ti maricón, aquí tienes a tu hermano, en la puerta como un sobrante!! -grité. Salieron todos de sus habitaciones; Georg salió rascándose los ojos. Gustav asomó su cara. Helena se vistió mientras Tom se quejaba.
Tom: Gracias, hija de puta.
Gustav: Menos con ella ¿eh, cabrón?
Georg: Relajaros chicos.
Tom: Fue ella.
Georg: Pero ella tenía razón, te oíamos todos y, una vez es suficiente, pero todas las noches igual... Nos hace sentir mal. Piensa en tu hermano.
Tom: Pero cuando el liga no le importa nadie.
Gustav: Ni una poya. Bill siempre piensa en ti. Sino, ahora mismo no estarías con Helena.
Bill: Basta, Gustav.
Nellie: Sí, tranquilo. Ven conmigo, anda. -agarraba su mano con fuerza. -Lo siento chicos. -me dirigí a Bill, sobretodo.
Georg: No pasa nada. Llévale a la cama.
Nellie: Gustav... Lo siento. Me voy. -todavía nos agarrábamos las manos, entrelazadas, por mucho que pensara en irme, yo no quería irme.
Gustav: No quieres irte ¿eh? -no podía responder, mi estómago tenía un gran nudo. -Contesta.
Nellie: ¡No! ¡No quiero irme! Quiero... una guitarra.
Gustav: Vale... -salió de la habitación, no sé donde fue, durante un momento tuvo una riña con Tom Kaulitz, al final volvió con una guitarra. -¿Te sirve?
Nellie: Sí... -en realidad, creo que ni siquiera hablé. Solo le sonreí, me senté en la ventana, y empecé a cantar. -
Kasaritsukenai de ikiteyuku koto wa kono yo de ichiban/ No me expongas
MUZUKASHI KOTO?/ ¿es lo más díficil en este mundo seguir viviendo?
Anata kara morau nara katachi no nai mono ga ii/ Si viene de tí, entonces está bien que sea intangible
Kowareru mono wa mou iranai.../ ya no quiero cosas que puedan romperse...

Siempre he cantado esa canción, la verdad es que nunca llegué a saber que significaba en realidad hasta que la busqué en letras. Entonces me dí cuenta que no había mejor canción que esa para aquella situación. De repente, se oyó un pequeño golpe contra la puerta y alguien cayendo por toda la puerta, como restregándose.
Gustav: No abras. Es Bill.
Nellie: Claro. -no hacía ni una semana que estaba con Gustav cuando me dijo que su gira seguía. -No me quiero separar de ti.
Gustav: No sé si podré llevarte conmigo, ni aguantar todo lo que hay que aguantar.
Nellie: Pero...
Gustav: Yo tampoco te quiero dejar, cuando vayamos a Madrid, te recogeré así podrás hablar con tus padres y acompañar a Helena.
Nellie: No me olvides.
Gustav: Nunca podría. Eres guapísima... -le abracé, no podía soportar la idea de que él se fuera, lejos de mis labios y mis brazos. La noche anterior, tuvimos sexo, un último adiós, algo normal, no fue nada erótico sino algo que representaba la unión de dos personas en una. Helena me esperaba en la puerta de aquel tren que me llevaría muy lejos.
Helena: Es hora de irse.
Gustav: Volveré a por ti. -enlazó su meñique con el mío.

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Hola lectores.

En este apartado solo os quiero dejar un par de descargas para ver la historia con todo su esplendor. Yo he puesto como fuente de la página unas letras personalizadas. Aquí os dejo para que os la descargueis.

Graziias!!=)

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